viernes, 10 de diciembre de 2010

A los 17


Si no fuera virgen, tendría más problemas.

Tendría que preocuparme por no quedar embarazada,
o buscar un buen método anticonceptivo.
Y gastaría más dinero del que produzco.

Estaría con la incertidumbre de quedar esteril,
por la gran cantidad de levonorgestrel que habré de tomar,
aunque haya decidido no tener hijos.

Me importaría que los hombres sean poco dotados,
y sería lo más triste.

Estaría preocupada por mi satisfacción sexual
y no ser capaz de encontrar a alguien realmente bueno que cubra tal necesidad.

Creería que hice el amor
cuando el chico con el que esté habrá follado como loco.

Estaría propensa a contraer papiloma,
o alguna nueva enfermedad viral.

Correría el riesgo de ser llamada puta, zorra, loba y todos sus sinónimos;
y mi reputación quedaría comprometida.

Por suerte, aun soy virgen.

C.
17/08/2010

jueves, 2 de diciembre de 2010

Atraco, al corazón


Mi mamá acababa de decirle al policía que parece que la vecina había inventado el robo para presionar la colocación de una puerta en la entrada del pasaje. No quise parecer escéptica así que no emití comentario alguno sobre lo sucedido. Solo los observaba, a unos cuantos pasos.
Sabía que el policía no había regresado para averiguar más sobre el robo de la casa, aunque le haya parecido raro que la señora estuviera muy tranquila, si no para verme. Al final pudo averiguar en qué universidad, carrera y nivel estoy. Claro que con mi carácter no le resultó fácil.
Sé que él sintió la misma corriente que yo sentí cuando se quitó el casco y nos vimos a los ojos.
Ésta vecina está loca! Hace poco se mudó a dos casas de la mía, y es una paranoica. Mandó a poner alambrado en su cerramiento y botellas rotas en las columnas. Y además luce mucho más vieja de lo que es.
Cuando llegó a llamarnos a la puerta de la casa, no la reconocí. Incluso pensé que era un truco de algún delincuente para ingresar a nuestra casa. Se ha sabido de casos en los que la gente llega a pedir ayuda por algo, y al momento en que se abre la puerta ellos ingresan armados y le desvalijan a uno. Así que cuando me dijo que se le habían robado la casa en la tarde y inquirió si yo había visto algo, solo atiné a preguntar cuál era la casa, traté de disimular mi desconfianza, e hice una señal casi imperceptible a mi madre que se encontraba en la cocina. Salió de inmediato, y la mujer le contó lo sucedido. Yo conozco mucho a mi madre, y sabía que ella estaba pensando que la vecina no había sido robada.
Fuimos en seguida a cerciorarnos de lo sucedido. Sus perros ladraron al vernos frente a la casa. En efecto, la puerta lateral tenía señales de haber sido forzada. La luz eléctrica no funcionaba y no se podía apreciar absolutamente nada en el interior. La vecina ingresó primero, la seguí yo, y mi madre a mí. Solo llegamos a la cocina, que era el primer cuarto al que se accedía por la puerta forzada, y daba a la sala. La vecina avanzó al interior de la sala y continuó por un pasillo que llevaba a las habitaciones. Entre las sombras se podía observar muy pocas cosas, tiradas y movidas. Hubo un silencio que me incomodó. En ese momento la desconfianza volvió a llenar el espacio. La mujer volvió y repetía lo mismo desde el instante en que nos comunicó del robo, que se le habían robado un plasma, y dos cilindros de gas. Salimos de la cocina y nos dirigimos a la parte trasera de la casa. Cada vez que repetía lo que se le habían robado, aumentaba una cosa. Esta vez se le habían llevado el calefón.
Entramos nuevamente a la sala, y me entregó un DVD que estaba en la sala y que se me hacía tan raro que los ladrones no se lo hubiesen llevado, y a mi madre le entregó un parlante, y repetía lo que se le habían llevado. Esta vez aseguró que los delincuentes habían querido llevarse el equipo de sonido, pero no podíamos apreciar nada por la falta de luz.
Salimos de la casa, yo buscando en el piso lleno de tierra y ceniza volcánica algún indicio de las personas que habrían ingresado a su domicilio, pero no encontré nada. Pensé que yo sería muy mala investigando este tipo de sucesos, y siempre me había entusiasmado la idea de formar parte de un grupo de investigación policial y forense, como en CSI.
Cuando estuvimos a punto de atravesar la puerta que da a la calle, mi madre se dirigió a la puerta de enfrente de la casa a ver si encontraba algo, pero sabiendo que no lo iba a hacer sino con la plena intención de sacarle en cara a la mujer de que su casa no había sido objeto de robo alguno. Notó que había ceniza en la puerta y ni una sola huella de haber sido tocada siquiera.
Salimos, pero con la desconfianza nata de mi madre no iba a ser tan simple guardar esas cosas en nuestro hogar, así que antes de entrar se apresuró a llamar a otra vecina, la que vive en frente y que siempre está pendiente de todo lo que ocurre, si un perro ladra, si un auto llega, si alguna persona entra o sale de casa, etc., etc. La llamó varias veces hasta que salió y dijo no haber visto nada, solo que los perros habían ladrado a eso de las 3 de la tarde, nada más. Lo que importaba de todo este teatro era que hubiese otro testigo de que llevábamos cosas a nuestra casa, sin pretensiones y con la autorización de la dueña. Las pusimos en el cuarto de huéspedes, y salieron. Yo me quedé a llamar la policía, que no llegó después de 20 minutos y de haber llamado por segunda vez.
Mi madre y la vecina regresaron a la casa robada con velas en mano para ver qué más se había “llevado” los “ladrones”. Yo esperaba a la policía.
La vecina había comentado el querer dejar sus cosas en nuestra casa mientras iba a ver a su mamá quién sabe dónde. Lo que me asombró era su tranquilidad. Un plasma! A cualquiera se le van las lágrimas de la desesperación! Se me ocurrió pensar que a lo mejor tendría mucho dinero y eso era lo que menos le importaba.
Así nada más, decidió irse. Fue cuando insistí en llamar por segunda vez a la policía para que se apresurara, ya que si se afirmaba haber sido objeto de un robo y no era real, pues lo haríamos real.
Ella había caminado una cuadra más o menos y mi madre insistía en que yo entrara a la casa.
Habían dos cosas que me molestaban ese rato, 1. La tranquilidad de mi vecina que se alejaba con cada paso, y 2. Que la policía no haya llegado después de más de 20 minutos de haber realizado la llamada. No sé qué es lo que más me indigna! Si la idea de que aquella paranoica haya inventado un robo, o el parsimonioso proceder de la policía ante un emergencia!
Vi el reflejo de la baliza policial, y apenas lo hice le grité a la mujer que la policía había llegado. Se detuvo, pero no se acercó hasta asegurarse de que en realidad había llegado la policía. Sentí un triunfo en mi interior. La hora de la verdad había llegado. Cuando vimos dos motocicletas acercándose, la vecina regresó. Las motos llegaron antes a mí, y fue cuando él se sacó el casco.
La policía hizo su trabajo, no sin antes haber escuchado sobre mi indignación ante la parsimonia en la ejecución de sus actividades. Dejé que pasara junto con sus compañeros a hacer lo suyo. Y yo, encantada con aquel sujeto tan sexi. No me apartaba de su lado, me hacía la ingenua ante cada descubrimiento, y sentía que le agradaba mi presencia. Aun así me demostraba un poco de hostilidad, y la verdad no me desagradaba, más bien me seducía y yo le respondía de la misma manera.
Después de haber tomado datos y notas sobre lo observado, y de descubrir que los brakers de la electricidad solo estaba bajados (intencionalmente) se decidió que la mujer hiciera la denuncia respectiva, de todo lo que había mencionado: un plasma, de características dudosas, que para asombro de todos no se encontraba en ninguna pared si no en una mesa de la sala, un equipo de sonido (que yo creí que solo había querido ser robado según dijo), un calefón, dos cilindros de gas, más: ropa blanca, ropa de bebé, dinero y joyas (de bebé).
Yo no quería que el operativo acabara. Me había agradado mucho esa sensación de bienestar que sentía con su presencia. Acabó. Ni se despidió. Pero quedó flotando en el aire esa magia. Y pensé que era una tonta por emocionarme con esas cosas.
Mi madre y yo regresamos a casa. Yo había dejado cargándose una película, por lo que volví a eso, mientras mi madre comentaba sobre las cosas que la mujer había hecho: desbaratar ropa “buscando” nuevos objetos desaparecidos.
De pronto, ¡lo inesperado! (y que yo esperaba)
El rugir de una moto, afuera de mi casa. Y el rugir de mi corazón, dentro de mi pecho.

C.
2 Dic/2010

martes, 16 de noviembre de 2010

Querida Jenny



A veces me pongo a pensar en mi amiga Jenny. Nos llevábamos muy bien en la escuela, incluso desde antes, del Jardín de Infantes. Yo era muy tímida e ingenua en aquel entonces que no podía percibir ningún indicio de maldad en ninguna persona.

Yo solo escuchaba; ella siempre tenía algo que decir, yo solo escuchaba. En mi interior les echaba la culpa a mis padres por no enseñarme a relacionarme con otras personas. Pero mi hogar era funcional, al menos hasta ese momento.

Ella solo vivía con su madre y su abuela. Su padre se había ido a los Estados Unidos, buscando un mejor futuro para su familia, pero nunca más llamó.

Así, se podría decir que la psicología falló. La de los problemas para socializar era yo.

Paquito me dijo que está enamorado de mí – me dijo un día con tanta naturalidad e inocencia-. Paquito, era el nuevo novio de su madre, un chofer de bus. A esa señora le gustaban los choferes de bus. El padre de Jenny era chofer también. Y contribuía el que vivieran junto a la última estación de buses.

Cada día me contaba como continuaba su aventura con el novio de su madre. A veces me parecía que ella exageraba un poco.

- Paquito me botó sobre la cama y empezó a besarme el cuello.- me dijo- Yo le decía que no me hiciera esas cosas, que mi mamá llegaría en cualquier momento. Pero él me respondió que ya no aguantaba más, que estaba perdidamente enamorado de mí. Y la verdad, a mí también me gusta él.-

Cada vez que rememoro sus palabras, me parece escuchar a una joven. Tan madura al expresarse. Es como si una de mis amigas ahora me contara como lo fue en su noche anterior. Me parecía tan normal todo lo que me decía. Es más, pensaba en aquel entonces que yo iba un poco lento. Que tenía que conocer a alguien ya, pero como hacerlo con mis problemas para relacionarme. Además el liceo en el que estuve era para niñas. Solo conocía dos niños, hermanos de mis compañeras, con los que nunca hablé por el problema que ya mencioné. Hace cuatro años más o menos, cuando salía con un hombre 11 años mayor que yo, mientras hacíamos sus diligencias, leí en una hoja pegada en un poste que uno de los niños que conocí en la primaria había desaparecido, lo estaban buscando, pero no supe más del tema.

Las personas cambiamos, decidimos qué nos gusta y qué no, y elegimos un camino, un estilo. Yo había sido bastante tímida en la escuela, y hasta el primer año de secundaria. Jenny y yo fuimos al mismo colegio, pero dejamos de llevarnos bien en los últimos años de primaria, donde entable una buena relación con otra niña, que en aquel entonces era Rusa, ahora sé que es Ucraniana.

A Jenny no la veía seguido. Me cambié de colegio, y casi al terminar fue donde me enteré que estaba embarazada, de un muchacho menor que ella. Su padrastro, Paquito, había dejado embarazada a su madre y también había viajado a los Estados Unidos ya hace varios años. Una vez más, se había quedado a criar otro niño sin su padre.

No he vuelto a ver a Jenny. Pero me pregunto qué sería de su vida y su madre si le hubiese contado a otra persona, todo lo que me contó a mí.

C.
15/Nov/2010

domingo, 24 de octubre de 2010

Vuelve a mi


Ahora que ya no te veo siento que puedo seguir con mi vida normalmente,
dentro de lo que es normalmente aceptado.
La bulla me distrae, y eso ayuda.

Regreso a mi silencio ensordecedor.
Mi mirada se pierde.
Grito.

La música se descompone.
Un temblor sube desde mis pies,
y mis movimientos son incontrolables.
Bailo.

Siento el calor de tus manos ausentes en mi espalda.
Tu aliento en mi nuca.
Tiemblo.

Lloro.


Por C.
24/10/2010

Eructo de amor


Bien pudo haber sido un fin de semana cualquiera el pretexto para salir a embriagarse. Caminé con paso apresurado, llegué a la calle principal y tomé un taxi. Es lo que hago generalmente para ir al centro. Cuando regreso tomo un bus, o espero a que alguien me de un aventón hasta mi casa, si es muy tarde tomo otro taxi.

En la esquina de la licorería de la Zona estaban mis amigos, que me recibieron con una broma como es su costumbre. Había caras nuevas. Solo sonreí y saludé a todos uno por uno, y con cada uno de ellos me reí. Entre ellos estaba el zambo, mi mejor amigo a quien conozco desde el colegio. El Mono, es el más soez del grupo, es amigo también, y aunque es el más cruel, puede ser un buen oyente, cuando quiere.


La noche transcurrió normalmente, el cumpleaños de un pana, en el departamento de un man que es no es tan pana pero es fresco. Todos las bromas en honor al cumpleañero, y más aun porque no tiene novia desde hace rato. Pensamos que se volvió gay y bromeamos con no juntarnos nunca más con él. Todos ríen. Algunos se van porque tienen que levantarse temprano al siguiente día aunque sea domingo. Una pareja se retira, esta vez les toca en el departamento de ella. Me senté un rato a observar a los demás. Me gusta hacer eso de vez en cuando. Un muchacho logró acercársele a una chica de a poco desde que comenzó la velada. Una pareja que recién había comenzando a salir se besan muy apasionadamente. Me sentí un poco incómodo. Pero volví a mirarlos. Deseé ocupar el lugar de él y poder estar tocándo a la morocha uruguaya por un momento. En ese momento me invadió una honda angustia. Los ojos de la uruguaya se posaron en mí por un imperceptible instante. Me levanté y fue al balcón.


Las luces de la ciudad parecían haberse multiplicado. Bebí mi cerveza ya ebrio. Y recordé a Carol, oh Carol! Aquella aventura fugaz que me hechizó, quien esperaba por mi ilusionadamente y a quien le negué mi amor sincero por miedo a ser lastimado una vez más. Recordé la primera vez que estuvimos juntos, esa cálida noche llena de magia, sudores y sabores. Casi pude sentir un nuevo orgasmo, ella flotando dentro de mi, tan mía.


Regresé a la sala donde estaban mis amigos conversando de las últimas tocadas y cómo debíamos mejorar en el escenario. Emití un vago comentario, y fue cuando me percaté en una chica, sentada en el fondo de la sala, inhlando perica; Carol? Mis latidos se aceleraron estruendosamente. Pasaron varios minutos hasta que decidí hablarle. Cuando estuve parado frente a ella, levanté su mentón ligeramente para verla de cerca. No se parecía en nada a Carol, pero era muy simpática. Hablamos sin parar hasta el amanecer, pero no pude sacarme la imagen de Carol ni un solo segundo.


Con los rayos del sol salí a la calle con botella en mano junto con el Zambo y el Mono. Les conté la angustia que había sentido la noche anterior y que no me permitía respirar bien. Decidí darme una oportunidad con Carol. El Zambo estuvo muy de acuerdo. Sentí que era algo que tenía que cumplir, si no esa angustia sería interminable. Paramos en una tienda a comprar más cervezas, aunque esté prohibido vender licor ese día. Bebí un sorbo de mi refrescante club verde y un eructo salió, pero no supo a cerveza, si no a Carol. A su aroma.


Tomé mi celular y marqué varias veces su número. No contestó.


C.

24/10/210

jueves, 14 de octubre de 2010

fucking alive passion

Mi pasión por ti me va a matar.

Déjame vacía.
Llévate mis entrañas contigo.
Entiérralas junto con tu máscara de rudeza,
y déjame esta vida llena de nada.

Déjame respirar.

Por C.
14/Oct/2010

viernes, 27 de agosto de 2010

Crónicas de vaciedad


Creo que al fin estoy volviéndome loca.
O puta.

Después de haber estado ciegamente obsesionada
con el que creí el hombre de mi vida he descubierto otros placeres;
en otros hombres.

Por el simple hecho de ser mujer,
lo que nos dicen nos endulza el oído,
y hay quienes sabemos cómo lograr que nos dediquen esas palabras.

Si algún rato tuviera que elegir entre conservar mis ojos o mis oídos,
elegiría mis oídos.
Claro que además de todas las palabras bonitas,
(que probablemente no sean ciertas)
está la música y el sonido del mar,
de la lluvia y las hojas secas,
y podría decir muchas más.

Es verdad eso que mi padre me dijo alguna vez,
las mujeres somos tan poderosas que siempre podremos obtener lo que queremos.

En estos último días,
he experimentado lo que mi sexi amiga
ha experimentado casi todos los días en estos últimos años:
tener al mismo tiempo más de cinco hombres lamiéndome los zapatos.
Y qué satisfacción se siente!
y lo mejor de todo,
no tengo obligación ni compromiso con ninguno de ellos.
Como en otro tiempo solía decirse, estoy utilizándolos.

Cada vez me convenzo más de lo profundamente subjetivas
que somos las personas.
Todo lo relaciono conmigo.
Ni si quiera me molesto en pensar
que es lo que estarán sintiendo los demás,
a menos que sea algo por mi.

Eso del altruismo y la empatía no van conmigo.
No me gusta la anarquía, el comunismo, el cristianismo,
el capitalismo ni el fascismo.
Me declaro incompetente.

En fin.

C.
27/08/2010

martes, 17 de agosto de 2010

El viejo Medina

Todo empezó un día en la pileta del parque.
Un chapuzón y mi oído izquierdo se llenó de agua.
Salté como me había enseñado mi madre,
con la cabeza paralela al piso del lado del oído afectado para que el agua descendiera.
No funcionó.
El otorrinolaringologo dijo que podría intervenir.
No funcionó.

Creo que además del agua que se quedó en mi oído, la sal tuvo mucho que ver.
Mi madre decía que la sal ensordece a las personas,
por eso mi tío dejó de consumir sal para poder escuchar mejor.
Comía arroz sin sal, la sopa sin sal, todo sin sal.
Yo pensaba que era ridículo.
Cómo puede quedarse uno sordo por comer sal.

A mi me gustaba mucho las cosas saladas.
Me gustaba más que los dulces.
Un día mi hermano menor me retó a comerme una cucharada de sal.
Tenía la garganta seca.
Y las lágrimas en los ojos.
Pero no podía haber dicho que no.
Era un reto.
Ese fue el principio del fin.

En el colegio fui objeto de burlas,
decían cosas que no podía comprender bien.
Conseguí una novia.
Pero nunca le dije mi problema.
Cuando se enteró, me dejó.

Pero he creado una fascinación en los niños.
Los niños me aman.
El otro día me había lastimado el pie
y mientras los niños estaban en receso,
aproveché para sacarme un rato el zapato y la media.
Los niños literalmente se me abalanzaron a los pies,
a mi media y mi zapato.

Me los voy a comer.

Por C.
17/08/2010

jueves, 12 de agosto de 2010

Ecuadorian Self-Steem

Alguna vez Giaco me contó que después de haber vivido en Ambato por unos cuantos meses regresó a Italia, su país de origen, y entró a una pizzería. En la pizzería trabajaba una mujer ecuatoriana, y él emocionado se le acercó y le comentó que él vive en Ecuador, con la esperanza de que la mujer empezara a contarle más sobre su país y quizá fuera de la misma ciudad donde el estaba radicado. Pero lo único que consiguió fue una corta y fingida sonrisa. Ni una mirada siquiera. Y regresó a su mesa, con mucha tristeza.

Al contrario de lo que yo veo aqui, los ecuatorianos nas, se mueren por un gringo o a alguien que se les parezca. Oh my god! qué emoción, me agarré un Australiano! aunque en el fondo tienen la esperanza de que los extranjeros terminen enamorándose y se los lleve con ellos a su país.

Seguimos "enamoradas" de un pepele que no tiene la más mínima intensión de tomarnos en serio, pero ahí seguimos; porque si no nos quiere él (aunque sepamos bien que no nos quiere) quién más lo va a hacer.

Trabajamos para un inútil que no hace nada si no presionarnos, y no renunciamos porque no podemos hacer nada más que agachar la cabeza y obedecer, a regañadientes, pero solo obedecer.

Y cansados de estar recibiendo órdenes de un compatriota, decidimos revelarnos! renunciamos! pero no con la cabeza en alto, si no agachada, para ir a los Estados, España o al país de Giaco, a ganar el doble haciendoel triple del trabajo que ni pagados haríamos en Ecuador: cosechar brócoli, limpiar baños o viejitos. O siendo objeto de xenofobia, que creíamos extinguida.

Y con el firme pensamiento de que así estamos bien. No hay nada que hacer.

Por C.

12/Ago/2010

domingo, 8 de agosto de 2010

Ambato Citytown

Quieres una ciudad en la que nadie te mire,
que no te critique como vas vestida,
que no le importe lo que hagas,
que no te juzgue por ser mujer
y estar en la calle hasta la madrugada con tus tacones en la mano.

Yo quiero vivir en un pueblo,
en el que me dejen criticar tranquilo,
burlarme de tu vestimenta y tus actos,
sin que a nadie le moleste que lo haga,
que no limite la crítica y el chisme a las mujeres,
y quiero casarme con una que no salga de su casa.

Por C.
07/Ago/201

Memento

Me gustaría mucho que no tuvieses un pasado.
O prefiero vivir ignorándolo.

Quiero ser el origen de tu felicidad,
y la causa de tu desdicha.

Solo los dos..

Anyone else!

Por C.
06/Ago/2010

miércoles, 28 de julio de 2010

Ramiro


Hoy Ramiro se levantó temprano.

Son las 7h30 de la mañana y ya está en la avenida principal esperando un bus.
Pasa un taxi vacío, una camioneta blanca, otro taxi vacío.
Sí, espera un bus.

Está chuchaqui.
Tiene el cabello enmarañado y su rostro está rojo al igual que sus ojos.

No tiene nada que hacer,
pero se levantó temprano porque quiere que en su casa piensen que apesar de ser un alcóholico aun es responsable y que tiene cosas por hacer.

Hace 16 años una pareja lo contrató para que recogiera todos los días a la salida de la escuela a sus hijas.
Lunes, 12h30 del mediodía.
12h40.
12h50.
13h00.
No te preocupes ñaña, ya va a llegar.
13h20.
Un taxi se detiene.
Ves? Te lo dije.
Bajan los padres corriendo a abrazar a sus hijas.
Al día siguiente, los padres buscan a otra persona.
Ramiro había estado tomando.
Todos los días durante todos estos años.

En su casa han decidido ignorarlo.
Su hija estudia medicina y es voluntaria en la Cruz Roja.
Su hijo solo terminó el colegio.
Su esposa, ya no lo soporta.
Ya no lo esperan.

Miércoles, 21h38.
Sírvame otra grita Ramiro golpeando el pequeño taco contra la mesa de la cantina.

Por C.
28/Jul/2010

lunes, 26 de julio de 2010

Aquí

Asi nos toca a veces,
adaptarnos a la realidad.
Hay cosas que se quieren cambiar,
pero que se salen de nuestras manos.

Y seguimos caminando,
las mismas calles,
nuevas caras,
la misma tienda de barrio,
ya no somos los mismos.

Éramos otras personas.
Más inocentes,
más ingenuos quizá.

Ahora las desilusiones ya no te duelen tanto,
o talvez te duelen más.

Los panas son menos,
y ahora tienes amigos.
Los de siempre, de toda la vida.

Todavía vives en la casa de tus padres,
aquí es así, aquí no te botan;
no quieren que te vayas.

Cada mañana una arruga más,
un cabello menos.
Tu expresión es la misma de siempre.

Y a lo que nos toca todos los días,
durante treinta o cuarenta años.
Porque aquí, no se cambian de empleo.

No estás feliz,
pero conforme.
Asi nos toca a veces.

Por C.
26/Jul/2010

viernes, 23 de julio de 2010

el silencio del mundo


Nunca me había puesto a analizar sobre lo que una persona siente cuando llega a la cumbre de un nevado, y ve todo a su alrededor, los más hermosos paisajes inimaginables, y se escucha, como dice Mauriño, el silencio del mundo!

Solo se puede lograr esta comunicación, si se está consciente de lo que se está haciendo, y si se tiene la voluntad y si se va con buena actitud.

En ese momento, cuando subes, la altura empieza a afectar la respiración, el viento helado enfría tu cara y pulmones, y el sudor frío baja por tu frente, no hay nada más que pensar en uno mismo; en lo que se está haciendo afuera, en el mundo, en la civilización, como individuo. Incluso se puede llegar a pensar que la finalidad de la existencia está básicamente en poder generar una conección entre el ser humano, como especie, con la naturaleza, en su punto máximo de expresión.

Cuando nos hemos dejado absorber por el esnobismo y el consumismo, es aun más dificil poder reconocerlo; reconocer, por supuesto que la vida va más allá de levantarse todos los días en la misma habitación, ir religiosamente al baño antes de desayunar lo mismo que generalmente se desayuna entre semana, de ir con la cara larga y bostezando al trabajo del que nuestros padres habrían de estar contentos después de haber invertido en nuestra educación, y regresar a casa con el ánimo de que sea fin de semana, o mejor (peor) aun, fin de mes para poder cobrar tan anhelado sueldo, que vamos y nos lo chupamos!

Solo quienes están dispuestos a mejorar su estilo de vida, de buscar otra alternativa, de atreverse a sudar frío y hacer que su corazón lata un poco más fuerte, son los dichosos que podrán disfrutar de semejantes maravillas. Maravillas que incluso yo me las estoy perdiendo.

Por C.
18/Jul/2010

jueves, 22 de julio de 2010

Game Over

La última vez que estuvimos juntos fue en su sueño.
¿O fue en el mío?

Haciendo cosas que él evita;
conducir
hablar de su ex
tener sexo conmigo.

Los cuerpos calientes,
Los sudores fundiéndose,
Un orgasmo real.

Sentir su respiración en mi oído;
Sentir que está vivo porque su corazón late cerca del mío;
Me estremezco cuando se acerca y sus manos tocan mi piel;
Cuando toca mi boca.
Me siento llena. Feliz.

Y solo para darnos cuenta de que fue un sueño.
Un sueño que ya no recuerdo bien.

Game over.

Por que me cansé.
Me cabreé.

Me cansé de dormir pensando que él estará a mi lado cuando despierte.
Me cansé de esperar que me vea y pueda reconocerme.
Me cansé de vivir su vida.
Me cansé de esperar.
Me cansé de amar.
De amarte.

Porque mis sentimientos son más importantes que los tuyos.

Por C
22/Jul/2010

miércoles, 21 de julio de 2010

Café de 20 minutos

Claro que estoy nervioso,
me gustó desde la primera vez que la vi.

5 de la tarde, Crême Broulette.
Te ves linda. Sonrisa.

Ética profesional.
Que sea soltera por favor.
En todo caso,
ser su amante estaría bien.

Qué lindas piernas.
Abrirlas no estaría mal.

Un capuccino.
Una conversación protocolaria.

Lindos ojos.
Linda corbata.

Por C.
17/Jul/2010

jueves, 11 de febrero de 2010

El último espectador


Con el corazón latiéndole a mil, por el cansancio y el susto que había vivido segundos atrás, sudando, nervioso, ansioso y con algo de temor Tomás se dejó resbalar junto a la pared en la primera esquina que encontró después de la carrera que tuvo que emprender tras huir de la casa de la viuda a la que pretendía robar. – ¡En qué está pensando esa loca!- Esa noche llovía a cántaros.
Ya en el suelo, sacó la cabeza para asegurarse de que nadie lo persiguiera. Se equivocó. Se levantó apresurada y bruscamente, casi cayó, y empezó a correr. La viuda venía atrás a paso ligero, con una mirada llena de maldad y frivolidad, pero con una serenidad tal que provocaba escalofríos.
Tomás lo había planeado hace semanas. Con premura y mucha cautela. Entraría por el ático, bajaría a la alcoba de la viuda y solo cogería las cosas de mayor valor. - Se venderán muy bien en el mercado negro-. Nunca se imaginó que al entrar en el ático, encontraría una aterradora y extraña colección de niños disecados y colgados del alto techo a manera de marionetas. Era un teatro humano, con niños, niños muertos, todos con admirables rostros. Sintió pánico pero curiosidad a la vez y siguió explorando. Todo estaba tan bien preparado; hasta había butacas. Entre el público, su difunto esposo, en primera fila. Todas las butacas estaban llenas de más cadáveres, menos una. Sintió náuseas. Un tropiezo alertó a la viuda. No podía dejar de correr.
No sabía por qué pero Tomás sentía un temor que nunca antes había sentido, y eso que se había enfrentado a múltiples hazañas en las que su vida corría peligro. – Esto de ser la oveja negra trae muchas complicaciones y responsabilidad! – pero esta vez, era extraño, se sentía mucho pánico, sintió como sus piernas se iban debilitando, y la mirada de la viuda estaba en su mente; esa mirada tan enigmática.
Su cuerpo se estremeció. ¿Habrá ya despistado a la loca? Se detuvo, respiró hondo, cerró sus ojos por un segundo para calmarse; cuando los abrió vio lo último que vería en el teatro de su vida: a la viuda con sus brazos en alto deteniendo un hacha.

sunglasses at night

Hoguera


La luz naranja del fósforo se reflejaba en sus ojos negros inundados de lágrimas que estaban a punto de derramarse. El temblor en su labio inferior era inevitable. Quiso tragarse sus lágrimas; fue imposible. Dos gotas saladas rodaron por su rostro color canela, dibujando dos líneas blancas a su camino y llegando al fin a sus labios. Quedó inmóvil. Y sintió que el fuego quemaba sus dedos. Sacudió su mano soltando el fósforo que cayó sobre unos escritos incompletos consumiéndose inmediatamente. La ira. Las lágrimas causadas por la ira son las que peores consecuencias traen. Jane, quien había corrido la suerte de caer en el seno de una pareja pudiente pero poco culta, sentía que lo que habían estado buscando en realidad no era una hija que llenara el vacío de la esterilidad, sino a alguien en quien podrían descargar su autoritarismo, irritación y frustración sin que se quejara por la obligada gratitud de haberla recogido. Pero no más, nunca más. Sus padres solían preparar la cena en una cocina de leña, todas las noches desde hace 15 años. Así que no necesitó planearlo mucho. Era cosa simple: bañar en gasolina la leña de reserva que se encontraba dentro de la cocina; ya que estén preparando la cena, cerraría la puerta muy despacio, con cautela, pero asegurándose de echarle llave. Luego arrojaría un fósforo encendido a través de la ventana directamente sobre la leña. Así lo recuerda Jane, diez años más tarde, ahora mayor de edad. Sentada bajo un frondoso árbol de aguacate. Mirando la cocina incinerada y aun escuchando en su mente los alaridos desesperados y ahogados de sus padres adoptivos, los golpes contra las paredes, el reventar de los vidrios, y ya luego solo el sonar de las brasas del infierno terrenal provocado por aquella tarde en que sus padres la obligaron a guardar sus libros y a arreglar su habitación.

Murmullos Recurrentes


Siempre había sentido una extraña fascinación hacia el comportamiento parco y frugal de aquel viejo. Me hipnotizaba con su paso parsimonioso y la forma alargada de su cuerpo.

Después de mis fiestas, por lo general caminaba sola por el callejón que conducía a mi casa, y cada vez que pasaba por la casucha del viejo sentía que un escalofrío me recorría por el cuerpo. Sentía algo de miedo. Algunas veces tenía que aligerar mi paso para no seguir escuchando los balbuceos y murmullos que él emitía por su estado de embriaguez a manera de discusión. Seguramente cualquier licor barato pensaba yo. Me daba la impresión de que él sabía que yo llegaba a esa hora, aunque nunca fuese la misma.


A veces yo lo observaba desde la planta alta de mi casa. En el día él dejaba la puerta de su cuchitril semiabierta y yo trataba encarecidamente ver lo que él tenía dentro. En toda mi vida solo pude ver un pequeño catre. Él vivía solo por supuesto. Imaginaba que en alguna de sus borracheras le daban ataques de delirium tremens y escribía historias de suspenso, como Edgar Allan Poe. Creo que no lo hacía.


¿Tendría familia? ¿Alguna vez estaría casado? ¿Sus hijos lo buscarán? En realidad nunca lo llegué a saber. Su vida fue un enigma para mi, no se si para el resto. No sé si los demás querrían saber más de aquel singular personaje. Quería saber cómo vivía y lo que hacía. Pero nunca me atreví si quiera a pasar la cerca de la alquería donde él moraba.


Una noche, cuando regresaba de una de las muchas reuniones con mis amigas que se alargó por conversaciones, música de los 80s y varias cervezas, escuché cómo gritaba y me dio más pánico que de costumbre. – Debe estar más ebrio de lo que estoy yo- pensé. Corrí hacia mi casa. Sentía sus gritos más fuertes y más cercanos cada vez. No podía abrir la puerta de la desesperación que yo sentía. No quería regresar a ver. Me daba mucho miedo. Temblaba. Al fin pude entrar. Me sentí aliviada.


Cinco días después los vecinos empezaron a quejarse por el fuerte olor a descomposición que se percibía en el ambiente y que provenía del cuartucho del viejo. Es raro, en esa ocasión a todos les importaba. Había muerto, por intoxicación dijeron.


Hay algo que no se lo he dicho a nadie. Cada noche, cuando camino sola hacia mi casa, puedo escuchar aun sus murmullos. Solo aligero mis pasos.